Por la complejidad de su distribución interior y su planta, Santa Cristina de Lena constituye un caso único en la arquitectura asturiana. Posee un solo acceso, lo que habla en favor de un uso por parte de una comunidad de fieles indiferenciada, estrictamente dedicada al servicio de un monasterio. A esta impresión contribuye la riqueza del programa iconográfico que puede intuirse en los capiteles y celosías del interior, así como la maestría técnica de su proyecto, sometido a relaciones métricas armónicas.
Para su datación sólo contamos con elementos indirectos, como la fecha de una de las celosías reutilizadas en el arco triunfal -año 643-, la cronología que se puede atribuir a las restantes piezas reaprovechadas -siglo VII- y la gran seguridad que existe sobre la utilización que el maestro de Lena hizo del alzado de Naranco. Todo ello autoriza a proponer una fecha en torno al año 850 y décadas posteriores. El aspecto actual del templo es en buena parte el resultado de la restauración efectuada en los años 1892-1893, a lo que se suman las reparaciones de los destrozos padecidos en la Revolución de 1934.
Se trata de un edificio de nave única, a la que se adosan cuatro cuerpos salientes, alineados según los dos ejes de simetría, que corresponden a dos habitaciones laterales, un pórtico con cámara superpuesta y una capilla sobreelevada. Todo el perímetro se alza sobre un zócalo. Los muros se componen exteriormente de hiladas irregulares de lajas y sillares calizos, reservando para los esquinales la sillería a soga y tizón. Los paramentos están recorridos regularmente por estribos, como elementos de articulación mural. Sólo se conservan dos ventanas originales, situadas en la fachada Norte de la cámara septentrional y en la fachada Este de la capilla. Ambas son vanos tríforos, con columnillas reaprovechadas provenientes de expolios.
En el interior, la articulación de los muros consiste en arquerías ciegas que recorren los paramentos Norte, Sur y Este. En las enjutas centrales de las tres arquerías se disponen cinco medallones y dos placas rectangulares, con un palpable recuerdo del sistema de la sala central superior de Santa María de Naranco.
En el sector oriental, el espacio presbiterial está sobreelevado y separado por un llamativo arco triunfal, bajo el que se coloca el cancel. Se accede a él mediante sendas escalinatas laterales. El altar pudo disponerse en el interior de la capilla, resultando casi invisible al público. A occidente se eleva una tribuna, que avanza sobre el espacio de la nave, y aprovecha el hueco de la cámara situada sobre el pórtico de entrada. Esta estructura es, sin duda, el producto de una reforma constructiva. Paralelos tipológicos europeos autorizan fechar esta reforma a partir de fines del siglo XI. Todas las dependencias de este complejo interior se encuentran abovedadas con cañones construidos en piedra toba calcárea.
Ante la capilla y delimitando hacia el Oeste el espacio elevado casi un metro respecto al nivel de la nave, en una segunda fase constructiva se elevó un espectacular arco triunfal de tres vanos, que es la joya escultórica del interior del templo. Para su instalación se demolió una estructura precedente, cuyas huellas se aprecian hoy día en los muros laterales. El nuevo arco se compone de tres vanos de medio punto peraltado, sobre columnas reaprovechadas, que rematan en capiteles corintios. En los tímpanos de las arquerías se han colocado celosías caladas. Entre los fustes se disponen los tableros y la barrotera central del cancel, con inscripciones incompletas.
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Esta imagen no sería posible sin la colaboración de la Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo, Gobierno del Principado de Asturias, España.