Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 2000, la iglesia de San Francisco es uno de los edificios históricos más importantes de la ciudad.
La Iglesia de San Francisco
Castro fue uno de los principales puntos elegidos por los jesuitas, primero, y luego por los franciscanos para organizar la evangelización de las comunidades originarias del archipiélago de Chiloé.
Por esta razón, en la ciudad, como en todo la isla, las iglesias católicas forman parte del testimonio sobre los orígenes de las poblaciones actuales. San Francisco es una de ellas y, además de exhibir su belleza arquitectónica, cuenta el paso de los primeros misioneros católicos por la región.
Situada entre las calles San Martín y Gamboa, el templo se destaca por su fachada portentosa y fue declarado Monumento Nacional en 1979 y Patrimonio de la Humanidad por UNESCO en el año 2000. Estos reconocimientos se fundamentan en siglos de historia que vale la pena conocer.
Una valiente misión
En 1567, año de la fundación de Castro, se construyó la primera iglesia, que llevó el nombre del apóstol Santiago. Este templo fue incendiado dos veces por corsarios holandeses y levantado nuevamente en numerosas ocasiones hasta que en 1772 se abandonó su reconstrucción. Entonces, la parroquia pasó a ser una capilla jesuita construida en 1608 que, luego de la expulsión de esa orden, ocupaban los franciscanos llegados desde Chillán en 1768.
La Iglesia de San Francisco
Al costado de esa capilla se levantó la actual iglesia de San Francisco, cuya construcción se inició en
1910 y estuvo a cargo del arquitecto italiano Eduardo Provasoli. De importante dimensiones, que llegan a los 1.300 metros cuadrados, la obra de carpintería la realizaron artesanos chilotes dirigidos por el maestro Salvador Sierpe. La iglesia refleja la influencia de sus creadores, ya que el diseño neogótico y clásico se conjuga con el estilo de construcción local. La estrutura está confeccionada en maderas nativas, principalmente alerce, ciprés, coigüe y otras llamadas por los chilotes “coloradas”.
Su interior está revestido en raulí y olivillo con exquisitos trabajos de ebanistería en los arcos, altares y el coro, mientras que el frontis, techumbre y exterior están recubiertos en fierro galvanizado.
Como punto culminante de esta magnífica construcción, dos torres imponentes se elevan desde el frente hacia el cielo, en una clara señal para los fieles que concurren a expresar su religiosidad y para los visitantes que desean conocerla.
La Iglesia de San Francisco
Fuentes periodísticas: Consejo de Monumentos Nacionales y sitio de la Universidad de Chile http://www.iglesiasdechiloe.uchile.cl/
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