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En algún momento se pudo llegar a pensar que la creatividad tanto científica como artística sólo podía ser el resultado del trabajo aislado y casi heroico de un individuo inspirado o sumamente motivado. Ese modelo de creatividad que tuvo sus héroes en los científicos y artistas del romanticismo ha dado mucho de sí y quizá estemos ahora en condiciones de plantearnos si es acaso el único modelo posible o si de hecho puede ser incluso abiertamente cuestionado.
Colaboración y contextualidad pues, son dos de los rasgos que parecen haberse incorporado a la concepción que de la creatividad tenemos y esto es así también, obviamente, en el campo de la producción cultural y artística, donde estos dos rasgos parecen incluso más lógicos que en otros dominios de la investigación
A la hora de pensar las instituciones encargadas de auspiciar y proteger la generatividad cultural y artística, nos encontramos con que, muy a menudo, dichas instituciones han seguido favoreciendo un modelo que prioriza el trabajo de los artistas concebidos como individuos aislados, en vez de detectar y apoyar redes y comunidades de saberes y de prácticas mucho más amplias y articuladas. Diríase que nuestras instituciones culturales cumplen hasta el cansancio con el ritual de identificar y aislar a “creadores”, segregándoles del medio en el que éstos trabajan y en el que su trabajo se ha conformado y acaso tiene pleno sentido, para convertirles en una especie de cromos intercambiables en las innumerables ferias y mercados que puntúan el sueño del mundo del arte.
Un proyecto como el CSA Tabacalera entiende y respeta todas las posibilidades de organización y distribución de la creatividad, pero entiende su contribución como una abierta apuesta por un modelo de producción y distribución en el que la generatividad artística comparezca contextualizada y tramada de modo colaborativo, en código abierto como se haría en un laboratorio cientifico o en una peña flamenca.Entendiendo lo cultural en el más amplio sentido, como proceso activo, vital, integrado en el entorno en que se da.
Para que nuestra apuesta no se quede en un brindis al sol de la colaboratividad y el procomún, la estructura toda de la organización del CSA Tabacalera apunta a establecer espacios de trabajo y difusión que no se adscriben a individuos (estudios, exposiciones, etc) sino a prácticas y lenguajes (talleres, laboratorios). De este modo la estructura de distribución espacial, temporal y laboral de Tabacalera conspirará para que las prácticas artísticas más avanzadas compartan laboratorio de trabajo, espacios de discusión y hasta mesa y mantel con las prácticas sociales y políticas tramadas con el barrio de Lavapiés y la zona metropolitana de Madrid.
Nada de lo dicho hasta aquí debe entenderse como una limitación a la necesaria autonomía de las prácticas artísticas y culturales, antes al contrario la propuesta toda se piensa como un modo de salvaguardar esa autonomía, que seguramente puede estar ciertamente amenazada por los modos atomizadores de entenderla mediante las que funcionan buena parte de las instituciones del mundo del arte y que acaso tengan el efecto de someter a una constante precariedad y tensión por la supervivencia a los artistas y creadores que han tenido la inmensa suerte de ganar un premio o una estancia.
La autonomía de los individuos y las comunidades puede entenderse como una serie de procesos abiertos que se retroalimentan y se defienden mutuamente proporcionándose espacios, tiempos y herramientas.
Aunque nos hallamos en pleno proceso constituyente y buena parte de la actividad del CSA consiste aún en recibir propuestas nuevas e integrarlas en la trama de espacios funcionales y laboratorios que estamos organizando, podemos ofrecer ya una primera e incompleta lista de algunos de los grupos de trabajo e investigación ya definidos e integrados en la trama del CSA Tabacalera:
La “fase 2” en la que nos hallamos ahora supone el proceso de organización y dotación de los espacios con los que contamos para poder dar oportunidad a estos y otros grupos para desarrollar su actividad en régimen de autogestión según tres principios que son los que condicionan la participación en el CSA Tabacalera:
Por último, todos los talleres, laboratorios y líneas de actividad artística se comprenderán y desplegarán en relación a tres categorías generales que suponen otros tantos intentos de abordar las necesarias diferencias de escala, así como los niveles y velocidades de intervención:
Área táctica, que comprenderá todas las iniciativas equipadas para la producción inmediata de soportes gráficos, audiovisuales y de acción. El área táctica del CSA se concibe como una red de posibilidades de respuesta rápida a necesidades sociales o expresivas de cualquier índole con las que el CSA y sus colectivos quieran coordinarse. Es de fundamental importancia para dotar al CSA de posibilidades de cooperación con los más variados actores sociales y vecinales.
Área estratégica, que se ocupa de procesos de formación y dotación de saberes y recursos que vayan completando el repertorio de lo que como CSA Tabacalera somos capaces de hacer. Se ocupará de prever y programar cursos, procesos de formación, organizar las adquisiciones de equipo… Se trata de que da cuenta de las decisiones más ponderadas y consensuadas. Las que se juegan a largo plazo.
Área operacional: Uniendo y mediando las otras dos. Implicada en ciclos, campañas, despliegues de acciones y materiales que vayan dando coherencia espacial y temporal al trabajo salido del CSA Tabacalera. Es el área que debe pensar en sinergias y sostenibilidades, combinando acciones inmediatas y a largo plazo, lo habitual y lo excepcional.
http://latabacalera.net/c-s-a-la-tabacalera-de-lavapies/
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